Recientemente hemos visto en las noticias cómo determinados gobiernos autonómicos comienzan a plantearse la implantación de normativas dirigidas al control de los móviles en las aulas. Con el comienzo de la era tecnológica se nos “impuso” su utilización en el ámbito escolar debido a sus múltiples beneficios: la rapidez, la comodidad, la información accesible en un clic… Muchos colegios abogaron por la práctica desaparición de los libros y de las libretas en las que antes escribíamos (y en las que también dibujábamos cuando nos aburríamos).
Ahora comenzamos a plantearnos ciertas cuestiones acerca de los también muchos inconvenientes que puede causar el uso continuo de los dispositivos electrónicos. Ya no solo vemos a niños pegados a sus móviles por la calle, en sus ratos libres, sino también en las horas lectivas. ¿Realmente lo utilizan para estudiar y hacer los deberes? La tentación de entrar a echar una ojeadita rápida a tik tok puede ser demasiado grande como para poder evitarlo. Vemos que es más una distracción que un método eficaz de aprendizaje y que se normaliza que niños tengan un móvil a muy temprana edad.
Con esta reflexión no se pretende pasar por alto las múltiples ventajas que ha traído a nuestra vida las nuevas tecnologías, pero hay que tener en cuenta que en determinadas áreas (como en la escolar) y a determinadas edades sus inconvenientes tienen más peso. Son muchos los estudios que relacionan el uso generalizado de las pantallas con la falta de atención, impulsividad, descenso del vocabulario o interferencias en el proceso de lectoescritura.
Habrá que esperar a que se implanten las nuevas normativas para poder poner en la balanza la enseñanza “a la antigua usanza” y las TIC en las aulas.
Cristina Elosegui, psicóloga